Recientemente he estado ayudando a un amigo zillennial en Canadá a buscar casa y no puedo decirte lo radicalizante que ha sido la experiencia. Cafardos absolutos que se venden por el doble de su valor. Casas listadas a 4-5 veces lo que se compraron hace solo unos años. Multitudes de inversores clamando por pujar por cualquier cosa remotamente decente. Los boomers rechazan con confianza incluso ofertas perfectamente razonables porque saben que pueden obtener unos dólares más de alguna caravana india que agrupa 10 ingresos para comprar su vivienda unifamiliar. La casa más reciente que fue a ver había estado en el mercado menos de 3 horas cuando contactó al agente y ya tenía 5 ofertas ciegas sobre las que se esperaba que compitiera. Los jóvenes han sido sistemáticamente despojados de la oportunidad de ser propietarios de una casa, algo que alguna vez fue un hito anticipado, razonable y común en la vida. El efecto dominó de las consecuencias generacionales y sociales que esto ha tenido no puede ser subestimado.