La gente en regímenes autoritarios no se despierta pensando: "¡Estoy en una autocracia!" Los líderes nunca declaran: "¡Oye, soy un dictador!" Organizan "elecciones" como los votos falsos de Rusia. La gente vive con relativa normalidad: viendo programas en exceso, viendo películas, relajándose con sus seres queridos, sobreviviendo. Pero insidiosamente, la libertad de expresión se erosiona. Las minorías enfrentan persecución. Los opositores políticos son el objetivo. La historia se reescribe. Las tropas patrullan las calles. Las empresas ceden a la presión estatal. Medios independientes silenciados. El poder judicial está lleno de leales. La disidencia etiquetada como traición. ¿Suena familiar?
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