Terminé mi primer periodo de servicio en 2003. Estuve en la Marina de los EE. UU. durante 5 años, pero era hora de cambiar mi enfoque y hacer cosas fuera de los confines del ejército. A pesar de no tener un salario fijo, por primera vez en mi vida era libre para hacer las cosas que quería hacer. Pero debido a esto, irritaba a otros que pensaban que estaba perdiendo el tiempo. ¿Por qué demonios alguien con el poder de la juventud y el tiempo desperdicia tanto de ello? Mi futuro suegro era el líder de este movimiento. Verás, él también sirvió 22 años. Un servicio fiel en la Marina. También tuvo éxito. Especialmente en un momento en que a los filipinos no se les daban las mismas oportunidades que a los reclutas tradicionales. Creía que debería haber seguido su camino y retirarme a los 20. Pero yo tenía planes diferentes. Más audaces. Más arriesgados. Exponenciales. Creía que la mayor inversión era en mí mismo. Y aunque parecía que no tenía un plan; no me importaba mucho porque era mi plan para ejecutar y para que los que dudaban fueran testigos de la manifestación. La lección que aprendí temprano es que a veces necesitas cocinar en silencio, hacer las cosas solo y sin miedo, en medio de territorio inexplorado. Deja que hablen, porque tu éxito y ejecución precisa son la mejor medicina para la mala voluntad. La parte 2 de esta historia llegará pronto. No querrás perdértela.
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