Nuestra industria nos dice una y otra vez una cruda verdad: los buenos no siempre reciben recompensas, los malos tampoco son castigados, solo los fuertes obtienen recompensas, mientras que los débiles casi siempre reciben castigos. Si un buen hombre recibe una recompensa, no es porque los buenos sean recompensados, sino porque él mismo es una persona fuerte. Un buen hombre también debe seguir siendo bueno, de lo contrario, pronto sufrirá las consecuencias, mientras que un mal hombre puede dejar de hacer el mal y convertirse en un buda.