Noche en la tienda de comestibles: vi a un anciano asiático afuera de un café cerrado, computadora portátil abierta con gráficos de negociación llenos de indicadores, teléfono en la mesa que sonaba en chino, pertenencias esparcidas como si no tuviera hogar. Parecía apocalíptico, sentía que podría ser yo. Momento surrealista.